6 de enero de 2014

Un poema de Ana Pérez Cañamares

Las Sumas y los restos
Devenir el otro

No vale la pena interrumpirle la siesta  




Hay palabras que se van cerrando
como bares viejos comprados
para abrir zapaterías. 

Palabras que nunca más pronunciaré
con naturalidad. Palabras que 
para siempre sólo serán citas.

Nunca viví dentro de la palabra
abuelo. Abuelo era el título de un cuento
escrito en otro idioma.

Madre fue una palabra temida y adorada
un tótem levantado en medio de La Mancha.

Padre era un pasillo en el que nunca 
me detuve por mucho tiempo.

Palabras cerradas.
Juguetes de la infancia que ya
no se fabrican.




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